lunes, 7 de diciembre de 2020

Que arda

Que arda.
Que arda la poesía
y no la Tierra.
Que arda la furia de saber
que entran en tu casa
y por plata
prenden fuego todo.
Están quemando tu aire.
Están quemando tu verde.
Están quemando mi paciencia.
Que arda la furia de saber
que entran y queman
y son chispa
para inflamar tu voz.
Que arda.
Que arda la poesía
y al capital, guerra.

martes, 10 de noviembre de 2020

Dardos

¿Cuántos dardos arrojaste contra mi cama

y cuántos dardos me dieron a mí?

Silenciosos y a plenilunio

(que se asoma entre cortinas).

Y se clavaron mar adentro.

Y me desangraron el pecho.

Vos viniste a besarme:

para hincharlo de nuevo;

para acabarlo a incendios.

Las llamas dieron noche infinita

(silenciosas y a plenilunio).

¿Cuántos dardos me quemaron a mí

y cuántos dardos crearon mis pestañas?

miércoles, 21 de octubre de 2020

La casita de las dos ventanas

1
Llego al consultorio. No me siento angustiada y tampoco tengo los nervios de punta, pero sí ando un poco ansiosa. Tengo muchas ganas de hablar. Me parece bueno porque las últimas semanas venía seca de situaciones y me estaba costando armar algo para decir.
Norma me recibe y me saluda. Dejo la mochila a un lado y me acomodo en el sillón. La escena ya me resulta rutinaria, pero no me quejo. Algunas rutinas son necesarias y sanas. Sobre todo, como siempre declaro, para una mente tan dispersa como la mía.
–Hola, Alejandra. ¿Cómo estás? –me dice ella.
–Todo bien. ¿Y vos?
Nuestras sesiones huelen a ritual. Todas las sesiones de cualquier cosa, en realidad. Al menos, eso es lo que creo.
–Bien, bien. ¿Cómo fue tu semana? Contame.
Y le resumo una semana tranquila en la que trabajé, estudié y tuve mis ratos de ocio solitario y también social. Nada nuevo, se diría, aunque cada semana tiene su rasgo distintivo. En este caso, un sueño.
–El miércoles por fin terminé de transcribir notas y anoche soñé.
–¿Ah, sí? ¿Qué soñaste?
Estiro el brazo hacia la mochila, la abro y extraigo un cuaderno. Paso las páginas cuidadosamente. A pocas hojas del final, me detengo. Empiezo a leer:
–Comenzaba en un jardín grande y despejado de flores, puro pasto y, detrás de mí, un laguito. Casi de inmediato, luego de una breve caminata, aparecía en una sala color chocolate. Alguien llamaba, contestaba y manteníamos un diálogo de amor. Tras colgar, iba a mi dormitorio. Me desnudaba, me metía en la cama y me tocaba. Y de pronto desperté.
Norma anota rápido y levanta la vista, con gesto interrogativo.

2
Auch. ¿Dónde me quedé dormida? Esa roca estaba dura. Ahora me duele la carita. Además... ¿Pasto? ¿Me quedé dormida en un parque? No me di cuenta. Pero yo no vine al parque. Estaba en mi cama. Era de noche. Ahora es de día.
¡Hay un lago! Camino hasta él. Me arrodillo a su lado y lo contemplo. Me llaman la atención dos cosas: no me reflejo y es terriblemente turquesa. Me inclino un poco. Lo huelo. Tiene aroma a vainilla. Envalentonada, lo toco. Sí, tiene textura de agua. Vuelvo a inclinarme, pero... ¡Pierdo el equilibrio y me sumerjo!
¿Cómo? El ambiente es muy denso aquí abajo y, sin embargo, puedo respirar. Puedo hablar. ¡Puedo caminar! Bueno, flotar caminando. No podría describirlo. Recorro un tramo. Está bastante oscuro y desolado. Noto dos colores: arena clara y el turquesa, pero mucho menos saturado. ¿En serio estoy dentro del lago? Floto caminando un poco más. Delante de mi vista se cuela un rayo de sol pálido. Voy a toda velocidad, lo cual es muy lento en estas condiciones.

3
Evidentemente estaba dentro del lago porque seguí ese rayo de sol y ahora estoy de nuevo en la superficie. O eso espero. Hay una casita que no había visto antes, cuando desperté. Tiene dos ventanas al frente. Su forma es ovalada y los vidrios son más bien opacos y color café con miel. Me acerco para espiar.
Lo que veo no está teñido de color café con miel por los vidrios. Hay una sala que emana sensación chocolatosa. Miro hacia abajo y encuentro... ¡Piernas! Piernas cubiertas por una bata de seda bordó. Dejo de verlas. ¡Todo se mueve! ¡Yo no, pero el interior de la casa sí! Veo un pasillo. Las paredes son claras. Hay un par de estantes con libros. Al fondo, una puerta entreabierta. Está pintada de naranja suave. Se acerca rápidamente y se hace a un lado gracias a una mano que la empuja.
Un baño. La ducha. El inodoro. Azulejos anaranjados. El lavabo. Y un espejo arriba. A la altura de estas ventanas. Pero no veo una casita. Veo una cara. Dos ojos de color café con miel. Un rostro idéntico al mío. Un torso idéntico al mío. Un cabello idéntico al mío. Con diez años más. Aparecen manos y abren la canilla. Se mojan y por un instante contemplo la pileta del lavabo. Y, luego, las palmas mojadas. De nuevo, el espejo. A mis espaldas... No. A espaldas de la chica del espejo, que parece que también es a mis espaldas, pero para mí no hay nada más que jardín, se abre la puerta. Al reflejo se suma un sujeto que besa el cuello de la mujer. Ella voltea y ahora lo miro de frente.
Creo que se besan porque él está muy cerca de mí. Y no dejo de tenerlo cerca, a pesar de que el interior de la casa vuelve a cambiar, llevándome por el mismo pasillo hacia otra puerta. Una puerta marrón. Uno de los dos la empuja, entre besos. Y los besos los conducen directamente a la cama. Entre parpadeos, se alternan para mí ángulos del techo y del colchón, principalmente. Y del sujeto. De vez en cuando, la mesita de luz. La están pasando muy bien. ¿La estamos pasando muy bien? Ojalá presenciara en tercera persona.

4
¿Y esta almohada? Uf, sí. Es mi almohada de siempre. ¿Y el sujeto? ¿Y la chica? ¡Ah, claro! Qué tarada. Estaba soñando. Otra vez, ese lago. Otra vez, ese jardín. Otra vez, la casita de las dos ventanas. Mejor, igual. Hacía rato que no recordaba un sueño para relatarle a Norma. Tengo que ir esta tarde y ya me estaba quedando sin temas de conversación.

Sabor a adiós y a vino

Me cuelo en una sesión de suspiros
después de meses y años de olvidos
y mis susurros de fantasía
que nunca faltaban
porque nunca pedías
te preguntan otra vez por tus ritos
y te cuestionan tus nuevos caprichos.
Caprichos nuevos que no me dijiste
y que no conozco y que no pediste.
Ahora pesan mucho
y también son livianos
y puedo verlos y los escucho.
No se parecen a vos, pero te visten
y te mueven sin calor y no me exigen.
Después de meses y años de olvidos
no me llaman esta noche tus suspiros
y mis susurros de fantasía
que nunca llegaban
porque ya nunca querías
te preguntan por la cama y el pasillo
y te lloran con sabor a adiós y a vino.

lunes, 7 de septiembre de 2020

Los pies ligeros

Crecí de otra manera.
Ando, mucho tiempo ando
con los pies ligeros.
Es decir, anduve.
Mucho tiempo anduve
con los pies ligeros.
Pero, si no me pesan los pies,
me pesa la cabeza
y entonces me caigo,
¿y cómo me levanto?
Mejor no, los pies ligeros no.
Mejor andar con pies de plomo
y cabeza de pluma
y corazón de balanza.
Crezco de otra manera.

martes, 25 de agosto de 2020

Viaje a la cicatriz

Con las piernas abiertas, ella espera el ritual de cada noche. Hay rutinas que tienen buen sabor para ambas partes. Mi lengua no se cansa nunca de su entrepierna. Sus reacciones bailan con mis sentidos. Sus espasmos de placer son titiriteros de mi erección. Entonces, llega mi segundo momento favorito:
la contemplación del ombligo

Su pecho agitado se expande y se contrae como se expanden y se contraen mis párpados al observarla. Está acá, frente a mí, recostada. De rodillas, rodeado por sus piernas, miro su ombligo coronando un vientre curvo y suave. A veces lo beso. A veces no. Es un ombligo hondo. Y me pregunto:

¿Es un agujero negro?

Me echo a su lado. En el techo instalamos un espejo. No es gigante, pero basta. A mi lado, su ombligo. Frente a mí, los dos ombligos. Miro el suyo, miro el mío. ¿Son dos agujeros negros? ¿Acaso quiso la otra dimensión escupirnos a través de un túnel y el final estaba dentro de un cuerpo terrestre en un mundo donde volvemos a nacer? Miro suyo, miro el mío y suspiro:

al menos no hay vuelta atrás.

sábado, 22 de agosto de 2020

Nada más

No me conformo, pero...
Si me lo pedís bien
yo me arreglo con un:
¿Cómo estás?
Qué hermosa sos.
Cómo te arrancaría la ropa.
Y nada más.
Prefiero esperarte así
-aunque me digas que no-
que fingir que no te espero
y terminar olvidándome
y no estar esperándote mañana.
No me conformo, pero...
Si me lo pedís bien
yo no te pido nada más.

lunes, 17 de agosto de 2020

Diario

Sensaciones
Desde finales de mayo hasta principios de julio, me sentía una persona sumida en la inercia. No tenía hambre, pero comía para sobrevivir. No dormía bien. Lloraba muchísimo. Cualquier actividad normal o rutinaria suponía una esfuerzo demencial. Me sentía devastada.
Hubo un día en particular, el 15 de junio, en que me resultó insoportable sentir tanto y tan profundo. Lloré muchas horas. Si estuve despierta 16, debo haber llorado 9 o 10. Es mucho tiempo, es mucho llanto, es mucha energía. Toqué fondo, mi fondo. Hay fondos ajenos más hondos, por supuesto. Pero ese parecía el mío. Pedí ayuda por primera vez.
El hambre volvió y mi ciclo de sueño poco a poco se va ordenando. Me siento mucho menos negativa con respecto al contexto que me fue hundiendo. Me concentro un poco mejor, aunque siempre fui una mujer dispersa. Regulo mejor mis tiempos. Estoy tratando de enfocarme en lo que me satisface: mi trabajo, la oportunidad de una segunda carrera, Katabasis, mis amistades, nuevas lecturas, escribir...
Sí, de repente tengo crisis. No duran diez horas y suelen conjugarse con la llegada de mi menstruación. Pero estoy aprendiendo a sortearlas, sigo aprendiendo a pedir ayuda sin sentir que molesto o que soy excesivamente sintiente como para que alguien pueda lidiar conmigo. Empiezo a creer que todo irá bien.
Lecciones
Por andar llorando y triste y apagada, hice caso omiso de mi inscripción a la carrera que quiero hacer. Es decir, casi pierdo esta oportunidad de seguir aprendiendo, de seguir enriqueciendo mi experiencia conociente. Casi pierdo la noción de mí.

Opción 1

No pido.
O pido sin saber pedir.
Sin saber pedir lo que quiero.
Pero en verdad sé lo que quiero.
¿Sabés? Es muy sencillo.
Te pienso como primera opción.
¿A quién le miento? A mí.
Te pienso como única opción.
Si tuviera una noche tranquila
o una tarde desocupada
o tal vez una mañana
-libre, una mañana libre-
te llamaría de repente
y te hablaría despacito.
Exprimiría esos cinco minutos
o con suerte treinta
o con Dios a mi favor noventa
e imprimiría tu voz
en las paredes de mis oídos
porque extraño que se pueda
lo que no se puede ahora
y tampoco pido
y tampoco extraño tanto
porque me basta mucho, mucho
ese segundo y medio
durante el cual
también soy la única opción.

martes, 11 de agosto de 2020

Opiniones impopulares

Me parece irresponsable emitir el mensaje público de que hasta las orientaciones sexuales están al servicio de la erección cisgénero. Tal vez me equivoco, pero he visto a muchas personas "jugar a las lesbianas" solo para complacer a un urgido que, por supuesto, también suscribe a la idea de que es un juego para calentarlo a él. No hablo de actitudes íntimas, hablo de mensajes públicos.

Si bien encuentro lógica la contradicción y necesaria esa etapa del proceso, no veo la hora de que se termine la discusión sobre los cánones de belleza. Sé que somos sujetes corporales, pero las relaciones interpersonales tarde o temprano trascienden el cuerpo. En mi caso, me resulta más sencillo vivir al revés: iniciar relaciones interpersonales obviando el cuerpo y que, en caso de suponer atracción y deseo, eso comience por las palabras y las conductas y luego se traslade al plano físico. Me gusta ver y tocar solamente cuando estoy segura de que la persona que está frente a mí no es imbécil.

Me hastía que sentirme segura de mí misma me haya generado enemistades y que saberlo y decir que lo sé les haga pensar que soy soberbia. No me gusta que nos hayan mostrado tantas veces que las buenas y humildes son inseguras y necesitan la reafirmación constante. Sé que suena mal que diga "Tu opinión no me afecta", pero no significa que no la quiera escuchar y que no la vaya a valorar, solo significa eso, que no va a afectar mis decisiones y maneras.

Sí. De la persona que me gusta quiero todo: cumplidos, mimos, palabras de cariño. No es búsqueda de reafirmación, es simple y llana búsqueda de reciprocidad. No me voy a sentir más o menos linda, más o menos inteligente, más o menos genial por que me lo diga o me lo deje de decir, pero me agrada que haya una retroalimentación. Sé que la persona que me gusta tampoco necesita que le diga a cada rato cuánto le quiero o cuán interesante me parece, pero me surge hacerlo y lo hago.

El problema con la sensualización es que los varones cisgénero se sienten aludidos. La sensualización quizá todavía no se pensó de modo feminista, pero no deja de ser un espacio conquistado en contra de una aburridísima e innecesaria serie de mandatos sociales y morales que caen sobre los cuerpos feminizados. Celebro la exploración de la sensualidad y lamento que eso nos haga lidiar con una mayor cantidad de sujetos meramente imbéciles o imbéciles y violentos.

lunes, 27 de julio de 2020

Para cuando

Te guardo besos para cuando puedas.
"El que quiere puede", dirán.
Ojalá siempre fuera soplar y:
hacer botellas
o
encarnar sueños
o
materializar proyectos
o
tenerte al lado esta noche.
Te guardo besos para cuando puedas.
"Querer es poder", dirán.
Ojalá siempre fuera soplar y:
hacer botellas
o
dar cuerpos a un deseo
o
bailar con los proyectos
o
mirarte dormir esta noche.
Te guardo besos para cuando soples.

domingo, 26 de julio de 2020

Il nostro incontro può essere un palcoscenico

Las sábanas de esta mañana delatan que te soñé otra noche más. De nuevo estuvimos haciendo siluetas de pasión contra la luz del sol que se cuela por las ventanas y que te permite ver cuánto cambia mi cuerpo al desearte. No podría mentirte. Esa piel dice: Quedate, le das sentido a mi tibia existencia. Cuando estás cerca. Esa piel dice: Tocame, que hay que ganarle a la tibieza. Cuando me contagiás el calor. Esa piel dice: Soy tuya, no por propiedad, sino por alquimia. Cuando tus besos y tus manos y tus dientes y tan solo tu mirada la alteran y la trastocan irreversiblemente.
Y estas noches de fantasías que extasian y acarician convierten en necesidad los alaridos pedigüeños de mi cuerpo. Que quepan esas escenas en tu cama o en la mía o en todos los sitios amantes que habitemos por un momento y que deshabitemos solamente tras satisfacciones. Que quepan esas escenas donde se reúnan mis deseos y tus deseos. Que quepan esas escenas donde se posean tu experiencia y mis empeños.
Ojalá sepan pronto mis rasguños y mis caricias invocar eficazmente tus mordidas y tus besos. Y me sacien. Y te sacien. Y sacien este infortunio de quererte tanto de tan lejos y con tanta voracidad de luna sensual y de mujer torpemente voluptuosa. Y compensen tantas horas fantaseando entradas henchidas y desbordes gritados. Y premien tantas soledades bien aprovechadas disfrutando el recuerdo que te pone debajo de mí y sonriente.

miércoles, 22 de julio de 2020

Tierra adentro

Lato preguntas,
lloro diez respuestas
y sonrío solamente una más.
¿Te acordás de cuando amar
era un secreto de papelitos
y no una tormenta nochiaria?
Lato las palabras que no digo,
lloro los abrazos que no doy
y sonrío solamente un ayer.
¿Te acordás de cuando querer
era decirse "Hola, cielito"
y no una incertidumbre nochiara?
Lato lo que falta,
lloro lo que sobro
y sonrío solamente lo que quedará.

sábado, 4 de julio de 2020

Simulacro

Algo tienen las 3 am.
Algo tienen la cama aplastada de insomnio y la almohada llena de dudas.
Algo tiene mi corazón a esta hora y en esta posición.
Algo tienen y me obligan a este simulacro que son los recuerdos.
Este simulacro complaciente donde te beso y te huelo y te miro mirarme.
Este simulacro valiente donde seguimos haciendo el amor después de las doce.
Este simulacro suficiente donde te digo que me quiero quedar con vos.
Y mi cordón de plata son estas ganas de arrancarme el corazón.
Y romperlo sería estancarme en tus abrazos de fantasía.
Y mi cordón de plata son estas ganas de arrancarme.
Y romperlo sería estancarme.
¿Me arranco o me estanco?
Igualmente no sobrevivo a esta noche.
Tal vez no hayas viajado a los recuerdos donde existo.
Entonces no sobrevivo a esta noche.
¿Me arranco o me estanco?
Algo tienen las 3 am.
Olvidarme y recordarte.
Algo tienen esta cama aplastada de insomnio y esta almohada llena de dudas.
Olvidarte y recordarme.
Algo tiene mi corazón a esta hora y en esta posición.
Y de día me obligo al otro simulacro.

martes, 30 de junio de 2020

Media Luna: 7

No son malos los lobos. Se han despiadado con ellos. Los están despiadando. Las lunas creen en la piedad y en los abrazos y en la caricia tibia de una mirada bien entregada.
No son malos los lobos. Se han despiadado con ellos. Los están despiadando. Las lunas creen en la piedad y en los amores y en el secreto cálido que guardan las sábanas toda la noche.
No son malos los lobos. Pero las lunas no los están despiadando.

miércoles, 24 de junio de 2020

Media Luna: 6

Lo que Penélope dejó fue una espantosa tendencia del queriente. Como te quiero, te espero. Como te cuido, te espero. Como te extraño, te espero. Lo que Penélope dejó fue una equivalencia entre queriente y esperante. Y las lunas son querientes.
No, Lunélope. Los lincántropos no esperan. Habitan otras experiencias con el cuerpo y con la mente. No, Lunélope. Lo que Penélope dejó fue una equivalencia entre queriente y esperante. Y los lobos no son esperantes.

martes, 23 de junio de 2020

Media Luna: 5

Maldición. Qué tormentoso es el vientre de una luna con tercer ojo. Qué tormentoso es su cuerpo. Qué tormentosas se vuelven su espalda y sus piernas. Y sus lágrimas pueden, entonces, inundarlo todo. Porque son lágrimas de cráter, no de ojos comunes y corrientes y humanos.
Pero calla.
Y llora en silencio.
Y llora en seco.
Y llora en poemas.
Las lunas escriben y cantan y se parecen a los colibríes que aletean lejos de planes y de naranjas mecánicas.

Media Luna: 4

Muchas veces los lobos confunden a las mujeres corrientes con lunas. Pobres. No son tontos. Pero el hambre los enceguece sobremanera. Incluso lidian mal con varias circunstancias huamanas.
Es decir, terminan dotados de una voz seductora, de unas palabras adecuadas y de una buena capacidad amante. Pero son carne cobarde y ciertas emociones se les escapan de las garras.
Las lunas, en cambio, confunden a los lobos feroces con cachorros. Los amamantan y les acarician las orejas. Por supuesto, terminan mordidas y desoídas.

Media Luna: 3

¿Cuántas lunas caben en la cama de tus fantasías? Una. ¿Y mujeres?
La luna es una mujer de ansias y cariños. Y de exclusividades. Es una boca y es unos ojos que solo dicen la verdad. Es una voz que late verdades. No conoce otra forma.
La luna tiene valentía corriendo por sus venas. Es roja y parece sangre. La mueve. La invita a decirse deseos y forjarlos. Y las lunas se dicen deseos con lobos. Y las lunas se mueven hacia los lobos. Pero los lobos no bombean valentía. A ellos los mueve un hambre cobarde y voraz.
¿Cuántas esperas caben en la luna de tus fantasías?

Media Luna: 2

A todas las lunas un lobo les reclama el pasado. Nadie sabe realmente qué porción de ese pasado y tampoco si esa luna tuvo culpa alguna. Pero a todas las hacen pagar. Les seducen el oído. Les provocan las mieles. Y les van comiendo poquito a poco el corazón.
Es de los primeros sermones que nos arrojan cuando tomamos forma de mujer. Nos cuidan, podría decirse. Pero no hay condición alguna que pueda interponerse entre un lobo que pone a temblar tus pechos y la luna que yo era en ese momento.
Tenía corazón de luna: claro, bondadoso y tierno. Tenía cuerpo de luna: sensual, despierto y amable. Tenía orejas de luna: débiles, débiles y débiles. El lobo dijo y escuché que sí. Me temblaba el ombligo. Los pechos, también. Y sexo, sobre todo. Palpitaba de deseos y amores. Me confundí. El lobo me estaba mirando. Intepreté como ansias y cariño su más instintiva y despiadada hambre.

Media Luna: 1

La luna está alterada. Le tiembla el ombligo. Los pechos, no. Le han quedado suspendidos e inertes. Le han quedado detenidos en esas palabras. Esas palabras se parecieron mucho a un no. Tal vez no dijeron que no. Pero la luna escuchó que no y ahora no quiere volverse. Le tiembla el ombligo. Los pechos, no. Mueve unas manos frías. La nuca sigue caliente de la última mordida. Pero la luna escuchó que no y ahora no quiere volverse. Se está olvidando de cómo aullar. Mejor, piensa. Mejor, así dejamos de entendernos. La nuca sigue caliente de la última mordida. Le tiembla el ombligo. Los pechos, no. Y llora. Tiene dos cráteres preciosos en la cara. Se inundan bastante seguido. Cuando le dijo "¿Por qué eres tan fácil de querer?" se inundaron. Pero la luna escuchó que no.
Y se desnuda de ropas, de voces y de recuerdos.
Y se baña esos besos que invisibles se tatuaron.
Y desueña esos sueños que todavía la retienen acá.
Parece una mujer a la que hicieron esperar hasta el cansancio. Y su reloj se quedó sin pilas. Y no sabe leer las horas en el sol.
Parece una mujer que escuchó que no.

viernes, 19 de junio de 2020

Solo tu puoi rispondere alla domanda

Querer es preguntar.
Decir "Te quiero" es preguntar.
Saberse queriente es preguntar.
Solo vos podés responder a la pregunta.

Soñar es preguntar.
Soñarte cada noche es preguntar.
Recordarse soñante es preguntar.
Solo vos podés responder a la pregunta.

Irse es preguntar.
Llorar "Me voy" es preguntar.
Resignarse yente es preguntar.
Solo tu puoi rispondere alla domanda.

lunes, 15 de junio de 2020

Titán

Nací como Atlas, suelo decir. A veces no entienden. A veces preguntan por qué. Atlas era un titán. Fue severamente castigado: le dieron el mundo para sostener. Se supone que lo carga en sus titánicas espaldas. Mitología griega, ya saben.
Yo no soy un titán, aunque me olvide. Tampoco fui castigada y lo recuerdo todo el tiempo. Pero siempre me habla una sospecha sobre mi concepción en el mundo de las ideas. Una propuesta que tomé o que me endilgaron. Una escena de un trato que no podré comprobar mientras viva.
A cambio de una vida medianamente tranquila o perfecta o deseable, a cambio entonces de unas espaldas muy anchas, te doy esta titánica sensación de que estás sosteniendo a la Tierra y sus dolores, te doy esta titánica sensación de que la Tierra y sus dolores quedan a tu responsabilidad.
Alguien dijo, estoy segura. Alguien dispuso, estoy segura. Alguien me hizo Atlas. Me hice Atlas. Y el mundo entero está pensando mucho para una pequeña y simple mortal. Mi medida no es esta, me excede. La he soportado bien, pero empiezo a flaquear. Da miedo soltarla. Debo soltarla. ¿Podré soltarla?

Querido X

Querido X:
Espero que sepas cuánto rezo por vos. No me importa extrañarte o llorar tu presencia porque quiero que estés bien. Ojalá nunca lo olvides. Contás conmigo desde que despertamos hasta que nos sumimos en la nocturna ignorancia de este mundo y sus dolores. Ojalá no te estés olvidando. No quiero fastidiarte, sino esperar el reencuentro. Sabe bien Dios que yo apostaría el alma entera por abrazarte ahora. Pero no le gustan las apuestas ni que reduzca el alma.
Espero que sepas cuánto te quiero y cuánto seguiré queriéndote. Suena desesperado en estas circunstancias, pero lo he venido pensando desde antes... No sé cómo he llegado a la instancia de quererte así. Y, sin embargo, me pasa. En estos momentos lo sufro. Pero la mayor parte del tiempo lo disfruto. Quererte me ha recordado cuánta valentía pide el querer y me ha animado a hazañas imposibles.
Espero que sigas sabiendo cuántos colores hay. Todo se ve gris ahora. También apostaría mis dos ojos por devolverte una visión más bonita. No quiero que sufras. Nada puedo hacer por aliviar tus penas. Ojalá supiera qué se hace. Ojalá tuviera los medios para hacerlo. Pero no, solamente soy una mortal impotente y llena de miedo. Y no basta con estar infinitamente dispuesta a darte bien. Queda lejos de mi alcance decirte cuándo va a estar mejor todo. Tengo fe y, no obstante, me derrumbo a cada rato. No quiero darte eso. Quiero verte en paz.

jueves, 11 de junio de 2020

Posteo ejemplar

¿Acaso ya no inmortalizamos nuestras sociedades en novelas ejemplares, "aguafuertes" o artículos de costumbres? No, no es así. La retratamos todo el tiempo, para aprobarla o repudiarla, para aplaudirla o denostarla, para mostrarla o esconderla. Para juzgarla, bah.
Entonces, ¿qué pasa? Precisamente. Llegar a la adultez implica que te hayan enseñado y hayas aprendido con parcial éxito a prejuzgar y a juzgar. Por eso, mis retratos no se los regalo a quienes habitan el mundo adulto.
No. Yo hago posteos ejemplares. Y no retrato a la sociedad. Me retrato a mí, escapando de todos sus prejuicios, cuestionando todos sus prejuicios, derribando todos sus prejuicios. Porque pienso: "¿Está bien que una mujer que se dedica a esto se porte de esta manera?". Y sí, está bien. La vida íntima corre perpendicular a la vida profesional, claro. Pero no estamos en un sistema de ejes y se curva para andar en paralelo también. Y quiero ofrecerles a quienes miran la posibilidad de (contra)pensar: "¿Por qué no?".

lunes, 1 de junio de 2020

Dosis

No pueden convivir el mirarte a los ojos y el seguir sintiendo frío.
Una o la otra.
Por eso, me desnudaste y no temblé.
En realidad, sí. Temblé de miedo.
Mirarte a los ojos en pieles y en lunares y en formas...
Mirarte a los ojos desnuda daba miedo.
Me sacaste el único disfraz que conozco,
la mentira que me digo siempre al vestirme:
"Solo merece una dosis de mí".
Y siempre pasa la misma ficción.
Me decís y te digo y los decires se besan y se callan.
Después nunca sé y en algún momento es la ficción máxima.
Esa ficción donde ya no finjo, pero me querés con el cuerpo.
Y parece mentira.
Y vos también temblás. Entonces sé que no es mentira.
Por eso no puedo dosificar
las miradas
los gestos
las ganas
me.
Y me pongo en puntas de pie para decirte que te quiero.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Libertades de expresión

Me dijeron que era deforme. O amorfa. O que tenía demasiadas formas. Tuve que formarme para dejar de escuchar y empezar a decir.
Y me formé. Y dije. Y digo. Mis gestos dicen. Mi atuendo dice. Mis fotos dicen.
Y me formé. Y dije. Y digo. Mis acciones dicen. Mi vocación dice. Mis preferencias dicen.
Y me formé. Y dije. Y digo. Mi cuerpo dice. Dice que no. Dice que sí. Dice que no me importa. Dice que soy libre.
Todavía tengo demasiadas formas y recibo un montón de opiniones deformes sobre ellas, escudándose detrás de la libertad de expresión sin darse cuenta de que cercenan la mía: sí, mi cuerpo es expresión de libertad y esas libertades de expresión parecen invitarme a que me esconda de nuevo.

martes, 26 de mayo de 2020

Espeyo

Me senté en el suelo y abracé mis rodillas. No estaba ebria. No estaba sobria. No estaba inmune a todo. Tal vez lloré un poco. O mucho. A veces es difícil saberlo cuando llueve. Diría que poco, porque no dolió ni sentí arcadas. Tampoco es lo importante.
Quedé frente al espejo. Levanté la cara despacio. No me gusta verme las pupilas dilatadas por la incertidumbre. De todos modos lo logré y me dije: "Basta. Basta, por favor. No arruines esto. No me arruines esto. Me importa y me hace feliz. Se supone que me querés".
En algún momento me dormí. El suelo estaba tibio. Una campera ofició de sábana. En la cama no habría cabido ahora que me sabía tan valiente. Esa tarde lo llamé y le conté y entonces sucedió. Sucedimos.

lunes, 25 de mayo de 2020

Resaca

No lloraría de día por lo que lloro de noche. Es casi involuntario. Mi corazón a veces se acuesta con resaca de esa única madrugada en que no me mentiste. ¿Y qué puedo hacer? Setenta noches recuerdo, pero una me olvido de que dejó de doler. Y retumba, como si fuera noviembre de nuevo, como si mi túnel fuera noviembre y no hubiera luz. Y amanezco llorando. No sé si sueño o si lloro. No sé si pesadillo o si lloro. Y no digo nada. Pero ahora hay luz. Cuánta luz, la verdad. Más que anoche, más que cualquier día soleado de noviembre. Entonces sé que no estoy estancada, que solamente pido un beso y que puedo dormir. Y después me despierto como si también el corazón hubiera sido una pesadilla. No es. Se calienta de inmediato y se anuncia, con ganas de querer. Y quiere. Y pide un beso más.

sábado, 16 de mayo de 2020

Vas a estar diciendo

Ay, Alejandra, ¡por favor! ¿Miedo de qué? Si está todo escrito en libros que ya leíste... ¡Y tenés buena memoria! No seas naba, todo va a salir bien. Sí, ya sé: no basta con todos los libros existentes. Sí, ya sé: todo lo que se haya escrito no es saber suficiente. Sí, ya sé: vas a trabajar con personas. Veinte pares de miradas sobre vos. Tal vez, treinta. O cuarenta. ¡O cincuenta! Qué miedo, ya no me parece tan loco que sientas miedo. Vas a estar parada o caminando. Delante, detrás, junto a un montón de seres mirantes y pensantes. Vas a decir que la lengua y que la literatura y que Gelman y Cervantes. Pero no: vas a estar diciendo más. Vas a estar diciendo qué lecturas son importantes, si las opiniones propias tienen peso, si el aburrimiento afloja un poco cuando se nota el amor. Vas a decir que la poesía y que el teatro y que Umberto Eco y Ludmer. Pero no: vas a estar diciendo más. Vas a estar diciendo que querés escuchar, que querés leer lo que escriben, que vos también llorás porque la adultez no implica dejar de temer. Vas a decir que el Romanticismo y las vanguardias y que Pizarnik y Echeverría. Pero no: vas a estar diciendo más. Vas a estar diciendo que estás muerta de miedo, que la pasión es más grande que el miedo, que vas a entrar en el aula mil veces más porque mil veces más querrás que también te digan.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Ya era 16 de enero

Mirame cuando te hablo. Cuando hablamos. Me gusta que nos miremos cuando hablamos. Sé que te gusta también. ¿Te gusta también? Ya te lo había preguntado, pero nunca está de más. Qué lindo sos cuando no te cansás de que repita mis preguntas o mis comentarios. Perdón: a veces sí sobran. Perdón: a veces toman la palabra los miedos. Perdón: a veces explico demasiado. Y no te importa. O te importa, pero no te espanta. Qué lindo sos cuando no te espanta. Todo el tiempo, entonces. Tengo suerte. Qué ganas me das de pedirte prestados unos besos y devolvértelos después con intereses.

domingo, 3 de mayo de 2020

Gitana de pies atados

Dime, gitana de moras y de lunas: ¿qué pasó esa noche? Un par de ojos tiernos frustraron lo nómade de tus piernas. ¿O bailar entre sábanas cuenta como mudanza?
Dime, gitana de decires y llorares: ¿qué te hechizó esa noche? No creí estar muerta para ver encantada a la encantadora. ¿O se deslumbraron poco a poco en secreto los dos?
Dime, gitana de maldiciones: ¿qué te bendijo esa noche? Supe de unas intenciones muy celestiales a tu favor. ¿O estaban conjurando la más efectiva perdición?
No. Claro que no. No hay forma de que estuvieran conjurando tu perdición: tu cuerpo encajaba dignamente en esos brazos.
No. Claro que no. Estaban queriéndose las oraciones de ambos otrora dichas contra lo imposible: porque imposible parecía besarse.
No. Claro que no. Ay, mi gitanita de valentías, por fin supo el sol que la cama se usa también de día: no basta la noche para tanto poema.
Gitanita de pies ligeros, ahora te toca danzar y aplaudir alrededor de una promesa callada y suficiente.
Gitanita de pies ligeros, ahora te toca danzar y aplaudir cerquita de esas miradas de lobo cachorro.
Gitanita de pies ligeros, ahora te toca danzar y aplaudir a cambio de todos los besos con sabor a enero.

martes, 21 de abril de 2020

A veces no

A veces no me gusta que siempre sepas:
que quiero mirarte
que quiero buscarte
que quiero besarte.
Se interpone mi breve orgullo y no sé:
si prefiero tus dudas
si prefiero tus preguntas
si prefiero que asumas.
Porque la verdad es que yo no siempre sé:
cómo dudo mejor
cómo pregunto mejor
cómo asumo mejor.
Hasta que te das cuenta y no decís nada:
preferís mirarme
preferís buscarme
preferís besarme.

miércoles, 8 de abril de 2020

Media hora después

Antes de mi existencia se limitara hasta el umbral de la puerta de salida de mi departamento, compré dólares. Dije "Tengo que moverme yo porque yo no me arrepiento". ¿Qué hago de este lado, no siendo la buscada? Me incomoda, no me gusta, no me pertenece. Solo persigue la luna en delirios paranoicos de alguien. Pero su naturaleza es escuchar y tal vez desdeñar los aullidos. Tengo que moverme yo. Porque yo no me arrepiento. No estás en las proposiciones. ¿Tampoco en las propuestas? Quizá tuvo que ponerse el mundo entero en cuarentena para que yo no me moviera más. Vas a decir "Te amo" media hora después de que me haya cansado.

jueves, 2 de abril de 2020

Mejor

Peor:
olvidar
olvidarte
mentir
decir que está todo bien
callar
dejar pasar
ceder una vez más
hacer una lista de cobardías y pretender un poema.

Mejor:
llorar y gritar
llorar gritando
desnudarse
mostrar la verdad
desnudarme
mostrar la verdad
desnudarnos
darnos la verdad
gritar más
ofrecer batalla
y tal vez un orgasmo
o al menos un sí.

martes, 17 de marzo de 2020

Me encantaría

Me encantaría decirte que no, que es mentira, que no hay horas desteñidas en las que te extrañe. Me encantaría decirte que no te mandé mensajes en todas las redes sociales para asegurarme de que me respondieras y en algunas no me respondiste y solo Instagram me permitió anular el envío de los mensajes, pero está bien porque es una tontería. Me encantaría decirte que no estoy atenta, que no te pienso a cada rato, que no lloro a veces de tenerte tan lejos. Pero soy una mala actriz. Me escucharías mentirte y sabrías que todo lo que niego existe fuertemente. Ojalá no me escuches mentirte y decirte que no me quedé con las ganas, que no tengo miedo ninguna noche, que no me confundo en secreto. Ya te aclaré, sabrías en seguida. Y sabrías además que cuando callás pienso mucho y recuerdo y me asusto y lloro y me calmo sola, tan sola, más sola que cuando no había probado el estar en tus brazos.

jueves, 12 de marzo de 2020

Hasta que

Qué ganas, de que me sorprendas y me digas: "Eres (o sos) la chica más linda del mundo". Y que sea verdad en tu cabeza. Como en la mía. No importa la verdad-verdad. Porque no existe. Pero que sea verdad en tu cabeza. Que me quieras un poco como me quiero yo. Que me veas un poco como me veo yo. Que me mimes un poco como me mimo yo. Tal vez mañana no quiera que pienses lo mismo. Mis deseos son inconstantes. Pero hoy sí quiero que pienses que soy la chica más linda para vos. Y me lo digas hasta que pueda callarte con un beso porque, entonces, sí, entonces, nada, no querré nada, no querré tantas palabras.

lunes, 9 de marzo de 2020

Indiferente

Todos los días hay:
una denuncia denostada,
una alerta activada,
protocolos que no alcanzan.
Todos los días hay:
una familia que llora,
un colectivo que implora,
un Estado que ignora.
Todos los días hay
cada veintitrés horas
una mujer asesinada.
Entonces, ya no.
Ya no me conmueven:
las muertes de artistas,
las muertes de gente "importante",
las muertes que son muertes.
Entonces, ya no.
Hasta que me den un calendario
que diga que mi esperanza de vida
dura más que la palabra "mujer".

lunes, 2 de marzo de 2020

Llegué

Llegué. Me engañaba un poco antes de verte: me decía que ya todo estaba bien, que ya estaba a salvo. ¿A salvo? ¿De qué? El daño estaba hecho desde antes. Todo aquello de lo que podría haber estado a salvo era bueno. Era bueno y, sobre todo, deseado.
Llegué. Me engañaba un poco antes de verte. Qué fácil fue engañarme a mí, qué imposible fue engañarte a vos. Sin querer te mostré la mujer deslavada que quedó después de llorarte. Deslavada de sonrisas y palabras espontáneas porque daba miedo.
Llegué. Me engañaba un poco antes de verte. Antes de resistirme. En la resistencia se delató un anhelo. Qué imposible fue engañarme a mí y decirme que no te estaba queriendo de nuevo. Pero daba miedo estar ahí de nuevo. Sin querer me deslavé de miedos.
Un miedo, por un beso. O dos. O tres. O toda una mañana de tomarte prestada la boca y cerrarte los ojos de un beso. O toda una noche de tomarte prestados los brazos y cerrarte los ojos de un quedarme a tu lado dormida y confiada. Y mostrarte a la de antes, a la de siempre, a la que ahora podía y tanto había querido compartir almohada y sueños. Con vos.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Plegaria terrosa

Tragame, Tierra. No sepas tanto. No digas tanto. No calles tanto. Estoy cansada de usar los labios y no besar.
Tragame, Tierra. No pido mucho. ¿Qué te cuesta? Devolveme a la semilla. Dame de vuelta a mi ombligo de luna azteca.
Tragame, Tierra. Y escupime fuerte. Quiero que me escupas en esa cama que conozco poco y que quiero mucho.
A la Tierra también se le reza y yo te ruego que me tragues y que me escupas en esos brazos oxidados de no amarme.

viernes, 7 de febrero de 2020

Colibrí gitano

Colibrí gitano: un montón de consonantes que no se pronuncian para que el canto suene mejor y más desgarrado y más genuino. Para que pueda gritar los perdones y los amores necesarios.
Ficción lunar: un montón de cráteres que vienen y van del campo visual para que los aros de plata de la mujer hagan pintorescos juegos de luces. Para que envíen mensajes de cariño en forma de rayos de luna redonda y lejana.
Faisana mora: porque el pájaro muta y la mujer también y la luna más. Y el gesto baila en unos ojos terrosos y en unos cabellos oscurísimos como la inesperada medianoche del primer beso.

viernes, 31 de enero de 2020

Susurrar que te quiero

Encontré formas de susurrar que te quiero sin decir nada:
mirarte con los ojos rayados de luna en una silenciosa invitación,
equivocarme y respirar sobre tu cuello en una licenciosa invitación,
aceptar tus ropas y tu desnudez para abrigarme el cuerpo.

Encontré formas de susurrar que te quiero sin decir nada:
espiar el beso después de haber tenido los ojos cerrados,
buscarte lunares después de haber tenido los mimos cerrados,
prestarles refugio en mi pecho a todas tus expresiones y gestos.

Encontré formas de susurrar que te quiero sin decir nada,
pero te quiero
y a veces hace falta escucharlo.

miércoles, 29 de enero de 2020

Dice la Luna

Dice la Luna y me dice en secreto:
"No hace falta huir de nuevo".

Dice la Luna y me dice a oscuras:
"En esta noche púrpura te busca".

Dice la Luna y me dice en la cama:
"Quedate y gritarás hasta mañana".

Dice la Luna que ella jamás miente.
Y ese hombre no la deja mentir.

sábado, 25 de enero de 2020

Lo carnal grita

Tengo sino de diosa,
de diosa teñida de luna,
y tengo senos de humana,
de humana mojada de bruma.

Tengo sino de diosas,
y pies ligeros y mente ancha,
pero caderas vaivenes,
ansiosas de tus palmas.

Tengo sino de dioses,
y dos piernas guerreras,
antojadas de lobo feroz
y ansiosas de carrera.

Y es que esa cama mundana
-tuya, tuya y también mía-
mantiene lo etéreo afuera:
lo divino calla, lo carnal grita.