miércoles, 27 de mayo de 2020

Libertades de expresión

Me dijeron que era deforme. O amorfa. O que tenía demasiadas formas. Tuve que formarme para dejar de escuchar y empezar a decir.
Y me formé. Y dije. Y digo. Mis gestos dicen. Mi atuendo dice. Mis fotos dicen.
Y me formé. Y dije. Y digo. Mis acciones dicen. Mi vocación dice. Mis preferencias dicen.
Y me formé. Y dije. Y digo. Mi cuerpo dice. Dice que no. Dice que sí. Dice que no me importa. Dice que soy libre.
Todavía tengo demasiadas formas y recibo un montón de opiniones deformes sobre ellas, escudándose detrás de la libertad de expresión sin darse cuenta de que cercenan la mía: sí, mi cuerpo es expresión de libertad y esas libertades de expresión parecen invitarme a que me esconda de nuevo.

martes, 26 de mayo de 2020

Espeyo

Me senté en el suelo y abracé mis rodillas. No estaba ebria. No estaba sobria. No estaba inmune a todo. Tal vez lloré un poco. O mucho. A veces es difícil saberlo cuando llueve. Diría que poco, porque no dolió ni sentí arcadas. Tampoco es lo importante.
Quedé frente al espejo. Levanté la cara despacio. No me gusta verme las pupilas dilatadas por la incertidumbre. De todos modos lo logré y me dije: "Basta. Basta, por favor. No arruines esto. No me arruines esto. Me importa y me hace feliz. Se supone que me querés".
En algún momento me dormí. El suelo estaba tibio. Una campera ofició de sábana. En la cama no habría cabido ahora que me sabía tan valiente. Esa tarde lo llamé y le conté y entonces sucedió. Sucedimos.

lunes, 25 de mayo de 2020

Resaca

No lloraría de día por lo que lloro de noche. Es casi involuntario. Mi corazón a veces se acuesta con resaca de esa única madrugada en que no me mentiste. ¿Y qué puedo hacer? Setenta noches recuerdo, pero una me olvido de que dejó de doler. Y retumba, como si fuera noviembre de nuevo, como si mi túnel fuera noviembre y no hubiera luz. Y amanezco llorando. No sé si sueño o si lloro. No sé si pesadillo o si lloro. Y no digo nada. Pero ahora hay luz. Cuánta luz, la verdad. Más que anoche, más que cualquier día soleado de noviembre. Entonces sé que no estoy estancada, que solamente pido un beso y que puedo dormir. Y después me despierto como si también el corazón hubiera sido una pesadilla. No es. Se calienta de inmediato y se anuncia, con ganas de querer. Y quiere. Y pide un beso más.

sábado, 16 de mayo de 2020

Vas a estar diciendo

Ay, Alejandra, ¡por favor! ¿Miedo de qué? Si está todo escrito en libros que ya leíste... ¡Y tenés buena memoria! No seas naba, todo va a salir bien. Sí, ya sé: no basta con todos los libros existentes. Sí, ya sé: todo lo que se haya escrito no es saber suficiente. Sí, ya sé: vas a trabajar con personas. Veinte pares de miradas sobre vos. Tal vez, treinta. O cuarenta. ¡O cincuenta! Qué miedo, ya no me parece tan loco que sientas miedo. Vas a estar parada o caminando. Delante, detrás, junto a un montón de seres mirantes y pensantes. Vas a decir que la lengua y que la literatura y que Gelman y Cervantes. Pero no: vas a estar diciendo más. Vas a estar diciendo qué lecturas son importantes, si las opiniones propias tienen peso, si el aburrimiento afloja un poco cuando se nota el amor. Vas a decir que la poesía y que el teatro y que Umberto Eco y Ludmer. Pero no: vas a estar diciendo más. Vas a estar diciendo que querés escuchar, que querés leer lo que escriben, que vos también llorás porque la adultez no implica dejar de temer. Vas a decir que el Romanticismo y las vanguardias y que Pizarnik y Echeverría. Pero no: vas a estar diciendo más. Vas a estar diciendo que estás muerta de miedo, que la pasión es más grande que el miedo, que vas a entrar en el aula mil veces más porque mil veces más querrás que también te digan.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Ya era 16 de enero

Mirame cuando te hablo. Cuando hablamos. Me gusta que nos miremos cuando hablamos. Sé que te gusta también. ¿Te gusta también? Ya te lo había preguntado, pero nunca está de más. Qué lindo sos cuando no te cansás de que repita mis preguntas o mis comentarios. Perdón: a veces sí sobran. Perdón: a veces toman la palabra los miedos. Perdón: a veces explico demasiado. Y no te importa. O te importa, pero no te espanta. Qué lindo sos cuando no te espanta. Todo el tiempo, entonces. Tengo suerte. Qué ganas me das de pedirte prestados unos besos y devolvértelos después con intereses.

domingo, 3 de mayo de 2020

Gitana de pies atados

Dime, gitana de moras y de lunas: ¿qué pasó esa noche? Un par de ojos tiernos frustraron lo nómade de tus piernas. ¿O bailar entre sábanas cuenta como mudanza?
Dime, gitana de decires y llorares: ¿qué te hechizó esa noche? No creí estar muerta para ver encantada a la encantadora. ¿O se deslumbraron poco a poco en secreto los dos?
Dime, gitana de maldiciones: ¿qué te bendijo esa noche? Supe de unas intenciones muy celestiales a tu favor. ¿O estaban conjurando la más efectiva perdición?
No. Claro que no. No hay forma de que estuvieran conjurando tu perdición: tu cuerpo encajaba dignamente en esos brazos.
No. Claro que no. Estaban queriéndose las oraciones de ambos otrora dichas contra lo imposible: porque imposible parecía besarse.
No. Claro que no. Ay, mi gitanita de valentías, por fin supo el sol que la cama se usa también de día: no basta la noche para tanto poema.
Gitanita de pies ligeros, ahora te toca danzar y aplaudir alrededor de una promesa callada y suficiente.
Gitanita de pies ligeros, ahora te toca danzar y aplaudir cerquita de esas miradas de lobo cachorro.
Gitanita de pies ligeros, ahora te toca danzar y aplaudir a cambio de todos los besos con sabor a enero.