No pueden convivir el mirarte a los ojos y el seguir sintiendo frío.
Una o la otra.
Por eso, me desnudaste y no temblé.
En realidad, sí. Temblé de miedo.
Mirarte a los ojos en pieles y en lunares y en formas...
Mirarte a los ojos desnuda daba miedo.
Me sacaste el único disfraz que conozco,
la mentira que me digo siempre al vestirme:
"Solo merece una dosis de mí".
Y siempre pasa la misma ficción.
Me decís y te digo y los decires se besan y se callan.
Después nunca sé y en algún momento es la ficción máxima.
Esa ficción donde ya no finjo, pero me querés con el cuerpo.
Y parece mentira.
Y vos también temblás. Entonces sé que no es mentira.
Por eso no puedo dosificar
las miradas
los gestos
las ganas
me.
Y me pongo en puntas de pie para decirte que te quiero.