martes, 17 de marzo de 2020

Me encantaría

Me encantaría decirte que no, que es mentira, que no hay horas desteñidas en las que te extrañe. Me encantaría decirte que no te mandé mensajes en todas las redes sociales para asegurarme de que me respondieras y en algunas no me respondiste y solo Instagram me permitió anular el envío de los mensajes, pero está bien porque es una tontería. Me encantaría decirte que no estoy atenta, que no te pienso a cada rato, que no lloro a veces de tenerte tan lejos. Pero soy una mala actriz. Me escucharías mentirte y sabrías que todo lo que niego existe fuertemente. Ojalá no me escuches mentirte y decirte que no me quedé con las ganas, que no tengo miedo ninguna noche, que no me confundo en secreto. Ya te aclaré, sabrías en seguida. Y sabrías además que cuando callás pienso mucho y recuerdo y me asusto y lloro y me calmo sola, tan sola, más sola que cuando no había probado el estar en tus brazos.

jueves, 12 de marzo de 2020

Hasta que

Qué ganas, de que me sorprendas y me digas: "Eres (o sos) la chica más linda del mundo". Y que sea verdad en tu cabeza. Como en la mía. No importa la verdad-verdad. Porque no existe. Pero que sea verdad en tu cabeza. Que me quieras un poco como me quiero yo. Que me veas un poco como me veo yo. Que me mimes un poco como me mimo yo. Tal vez mañana no quiera que pienses lo mismo. Mis deseos son inconstantes. Pero hoy sí quiero que pienses que soy la chica más linda para vos. Y me lo digas hasta que pueda callarte con un beso porque, entonces, sí, entonces, nada, no querré nada, no querré tantas palabras.

lunes, 9 de marzo de 2020

Indiferente

Todos los días hay:
una denuncia denostada,
una alerta activada,
protocolos que no alcanzan.
Todos los días hay:
una familia que llora,
un colectivo que implora,
un Estado que ignora.
Todos los días hay
cada veintitrés horas
una mujer asesinada.
Entonces, ya no.
Ya no me conmueven:
las muertes de artistas,
las muertes de gente "importante",
las muertes que son muertes.
Entonces, ya no.
Hasta que me den un calendario
que diga que mi esperanza de vida
dura más que la palabra "mujer".

lunes, 2 de marzo de 2020

Llegué

Llegué. Me engañaba un poco antes de verte: me decía que ya todo estaba bien, que ya estaba a salvo. ¿A salvo? ¿De qué? El daño estaba hecho desde antes. Todo aquello de lo que podría haber estado a salvo era bueno. Era bueno y, sobre todo, deseado.
Llegué. Me engañaba un poco antes de verte. Qué fácil fue engañarme a mí, qué imposible fue engañarte a vos. Sin querer te mostré la mujer deslavada que quedó después de llorarte. Deslavada de sonrisas y palabras espontáneas porque daba miedo.
Llegué. Me engañaba un poco antes de verte. Antes de resistirme. En la resistencia se delató un anhelo. Qué imposible fue engañarme a mí y decirme que no te estaba queriendo de nuevo. Pero daba miedo estar ahí de nuevo. Sin querer me deslavé de miedos.
Un miedo, por un beso. O dos. O tres. O toda una mañana de tomarte prestada la boca y cerrarte los ojos de un beso. O toda una noche de tomarte prestados los brazos y cerrarte los ojos de un quedarme a tu lado dormida y confiada. Y mostrarte a la de antes, a la de siempre, a la que ahora podía y tanto había querido compartir almohada y sueños. Con vos.