Me parece irresponsable emitir el mensaje público de que hasta las orientaciones sexuales están al servicio de la erección cisgénero. Tal vez me equivoco, pero he visto a muchas personas "jugar a las lesbianas" solo para complacer a un urgido que, por supuesto, también suscribe a la idea de que es un juego para calentarlo a él. No hablo de actitudes íntimas, hablo de mensajes públicos.
Si bien encuentro lógica la contradicción y necesaria esa etapa del proceso, no veo la hora de que se termine la discusión sobre los cánones de belleza. Sé que somos sujetes corporales, pero las relaciones interpersonales tarde o temprano trascienden el cuerpo. En mi caso, me resulta más sencillo vivir al revés: iniciar relaciones interpersonales obviando el cuerpo y que, en caso de suponer atracción y deseo, eso comience por las palabras y las conductas y luego se traslade al plano físico. Me gusta ver y tocar solamente cuando estoy segura de que la persona que está frente a mí no es imbécil.
Me hastía que sentirme segura de mí misma me haya generado enemistades y que saberlo y decir que lo sé les haga pensar que soy soberbia. No me gusta que nos hayan mostrado tantas veces que las buenas y humildes son inseguras y necesitan la reafirmación constante. Sé que suena mal que diga "Tu opinión no me afecta", pero no significa que no la quiera escuchar y que no la vaya a valorar, solo significa eso, que no va a afectar mis decisiones y maneras.
Sí. De la persona que me gusta quiero todo: cumplidos, mimos, palabras de cariño. No es búsqueda de reafirmación, es simple y llana búsqueda de reciprocidad. No me voy a sentir más o menos linda, más o menos inteligente, más o menos genial por que me lo diga o me lo deje de decir, pero me agrada que haya una retroalimentación. Sé que la persona que me gusta tampoco necesita que le diga a cada rato cuánto le quiero o cuán interesante me parece, pero me surge hacerlo y lo hago.
El problema con la sensualización es que los varones cisgénero se sienten aludidos. La sensualización quizá todavía no se pensó de modo feminista, pero no deja de ser un espacio conquistado en contra de una aburridísima e innecesaria serie de mandatos sociales y morales que caen sobre los cuerpos feminizados. Celebro la exploración de la sensualidad y lamento que eso nos haga lidiar con una mayor cantidad de sujetos meramente imbéciles o imbéciles y violentos.