Maldición. Qué tormentoso es el vientre de una luna con tercer ojo. Qué tormentoso es su cuerpo. Qué tormentosas se vuelven su espalda y sus piernas. Y sus lágrimas pueden, entonces, inundarlo todo. Porque son lágrimas de cráter, no de ojos comunes y corrientes y humanos.
Pero calla.
Y llora en silencio.
Y llora en seco.
Y llora en poemas.
Las lunas escriben y cantan y se parecen a los colibríes que aletean lejos de planes y de naranjas mecánicas.
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