de diosa teñida de luna,
y tengo senos de humana,
de humana mojada de bruma.
Tengo sino de diosas,
y pies ligeros y mente ancha,
pero caderas vaivenes,
ansiosas de tus palmas.
Tengo sino de dioses,
y dos piernas guerreras,
antojadas de lobo feroz
y ansiosas de carrera.
Y es que esa cama mundana
-tuya, tuya y también mía-
mantiene lo etéreo afuera:
lo divino calla, lo carnal grita.
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