Me regalaron una caja de golosinas
había una bolsa de medio kilo de
mogul
y yo pensé en vos, ¿sabés?
Me dije: eso pesan mis ganas
de gustarte
de mimarte
de compartirme
Casi nunca hay en el kiosko
Igual la tentación ganó la
contienda:
me comí cada uno de los gramos
y me olvidé de la balanza
que medía mi declaración
de intenciones
de actitudes
de cariño
Casi nunca hay en el supermercado
No me culparías, me entendés
y por eso no me tenté sin la
previa
de una promesa azucarada:
buscar un nuevo medio kilo
de mogul
de besos
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