La Luna me había moldeado para que:
mi cuerpo tuviera la medida de tus manos;
mi cabello tuviera el baile de tu aliento;
mis besos tuvieran el sabor de tus besos.
La Luna me había moldeado para que:
mis huellas siempre cupieran en tus pies;
mis ojos se expropiaran tus miradas;
mis gemidos fueran ecos de tus gritos.
La Luna me había moldeado para que:
te quisiera a pesar de mí;
te esperara a pesar de mí;
te perdonara a pesar de mí.
Elegimos otro molde igual de maleable.
¿Todavía me besarías?
¿Todavía gritarías conmigo?
¿Todavía pedirías perdón?
Entonces sigo midiendo lo mismo.
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