cuánto me gusta desmayar la cabeza
sobre la playa inmensa de tu pecho
que ante mis ojos mide poquito
debajo de mi oído escucho mares
y viento atlético y una estrella fugaz
cuánto me gusta desmayar la cabeza
al alcance de tus pulsaciones prolijas
hallar solo entonces las vendas
envolverme hasta que no me vean
y renacer de tu voz que me dice
siento que no te digo tan seguido
que mis manos son arañas dulces
y tejieron redes a nuestro alrededor
y entre nosotros tejieron otras redes
para que el final de cada torpe paso
sea nuestro torpe beso equilibrista
sea nuestro beso de pulso a pulso
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