me gustaban los rayos de luna
que se asomaban por los rabillos
del techo resquebrajadamente abierto;
me gustaba ese cielo agrietado
por el cual se fugaban mis calores
Parecías un caleidoscopio de esperas
y ese reloj también estaba roto:
por sus agujeros se paseaba
un hilo largo y sangriento
que se puso a latirme de mentira
en el pecho más solo y descorazonado
No taparon las inmensas goteras
y la habitación sigue rota
pero yo me fui de la casa:
ahora soy habitaciones techadas
y guardo un caleidoscopio gigante
entre las pestañas dormidas
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