Todas las noches lloro.
Las palabras de los días se convierten en sueños residuales donde muero, apuñalado lado a lado mi corazón.
Todas las noches grito.
No existen las dudas, pero me abruman tormentas de preguntas que quise hacerte y no respondiste jamás.
Todas las noches duelo.
Escucho los latidos del miedo contra mi pecho seguro y naufrago en mis propias lágrimas agridulces.
Todas las noches.
Pero habrá una noche, noche suave y caricia, donde las palabras del día, donde las tormentas, donde el miedo sepultes debajo de mis párpados al cerrarlos y echen a volar cuando los abra para mirarte dormir.
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