No sé si es la primera vez
que este sol macera
el almíbar de mi juventud.
Nunca sentí la amenaza
de una vida que olvidé
al estrenar la muerte.
Hasta que me viste
y tus ojos me volcaron
un lamento centenario.
Mi sangre se bate
el lamento la envejece
y la obliga a renacer.
¿Qué mujer no tiene un siglo
un sarcófago y un principio
entre las piernas?
La noche que te dejé amar
hasta terminar sepultado
sorbiste mucho más.
Tuve que volver a nacer
para que hubiera una segunda copa
de una sangre confundida.
¿Te amé o mi cuello desprevenido
y tus dientes intencionados
actuaron de labios igual?
Mi sangre busca el agujero
quiere ser un cuerpo afuera
y penetrarte otra noche.
Sin embargo, antes de que el sol
se comprimiera en tu nombre
exagerado y blasfemo:
yo elegí
mi mano izquierda eligió
mi dedo anular eligió.
No debiste despertar este año.
Un deseo ancestral no significa
nada para un amor virgen.
Quiero mi primera sangre
para una noche sin mordida
en una cama roja y nupcial.
Ese hombre no vuelca lamentos
en mis ojos; canta y mi sangre
ya no quiere encarnarse.
¿Qué mujer no tiene un beso
una ceremonia y un final
entre las piernas?
Conde, tu nombre
envenena mi boca
y arruga el sol.
Tu beso da más dolor
que placer; tu beso es
un pálido eclipse azul.
Soy una novia rosa y hay
un altar que me convoca
existiendo por mi sí.
Tu amarre me aleja, pero
un amor secuestrado no es amor
un amor poseído no es amor.
Soy una novia rosa y hay
un novio que nos persigue
insistiendo por mi sí.
La noche quiere morderme
y tal vez yo me mate en tus brazos
delante de una estaca enamorada.
Tu beso da más dolor
que placer; tu beso es
un pálido eclipse azul.
No hay cuento de hadas:
su beso de amor verdadero
será impotente y necrófilo.
Moriré en tu esófago
porque tu beso funesto
también será impotente.
Mi calma voluntad clama
por un lecho nupcial con él
o una mortaja solitaria.
No derrames mi sangre
bebé más allá de la saciedad
como siempre has querido.
No quiero revivir otra vez más
ni tampoco quiero que él vea
un cadáver desprolijo.
Soy una novia desnuda y hay
un altar que me convoca
debajo de la tierra.