y aunque siga habiendo sol
ya son las siete profundas
el reloj no quiso callar nada
tuve un día en contra, digo
viene una noche en contra
y no sé dónde esconderme:
el único escondite que concibo
es tu pecho castaño despeinado
no hay desnudez suficiente
que frustre la aguja del reloj
la sutil aguja del minutero
y me permita ir a las siete
llegar también a las siete
acostarme de siete a siete
y no necesitar escondites:
tu pecho me esconde y descubre
enreda cada miedo y se lo traga
tres siestas dura el poema
los versos no rompen agujas
el tiempo se desliza suave
y en silencio deja la estrofa
arrastrándome a esta noche
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