Tuve miedo de enfriarme.
De enfriarme, doblarme y partirme en dos.
Tuve miedo de doler.
De despertarme a doler y querer dormir.
Tuve miedo de mí.
De enfriarme y doler y desconocerme.
Y desconocerme el corazón.
Y desconocerme las intenciones.
Y desconocerme
los ojos partidos,
el alma pausada,
la fe sin sabor.
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